Nace en Turín el 26 de octubre de 1828. El padre, un rico agente de cambio, muere en 1833. La madre, mujer muy religiosa, envía a su pequeño “Nadino” al colegio en Savona, con los Padres Escolapios, donde permanece desde 1836 hasta 1843. Volviendo a Turín frecuenta los cursos de Teología en la Universidad y, en 1851, es ordenado sacerdote. Opta inmediatamente por comprometerse con los oratorios turinenses entre los jóvenes pobres y marginados de las periferias: en el Oratorio del Ángel Custodio, hasta 1857, y luego en el Oratorio de San Luis, como director, del 1857 al 1865.
Realiza un año de actualización en París hasta que la Providencia lo llama, en 1866, a hacerse cargo de jóvenes todavía más pobres y más abandonados: aquellos del Colegio de los Artesanitos en Turín. Desde entonces, toda su vida estará dedicada a la acogida, a la educación y a la formación profesional de estos jóvenes.
Para ellos él funda, en 1873, la Congregación de San José (Josefinos de Murialdo), y en los años siguientes da comienzo a nuevas iniciativas: una casa familia (la primera en Italia), una colonia agrícola, otros oratorios, junto a otras tantas obras...
Su presencia era muy significativa en el movimiento católico del Piemonte. Trabaja por la prensa católica, por la Obra de los Congresos y es uno de los animadores de la Unión Obrera Católica.
Su existencia terrena termina el 30 de marzo de 1900; pero hoy, también nosotros, tan lejanos en el tiempo, podemos beber del manantial de su preciosa herencia espiritual, confirmada por la proclamación de su santidad en 1970. Podemos hacer tesoro de su experiencia de Dios: Él nos ama primero, personalmente, a cada instante. Su amor es infinito, tierno, misericordioso. Nuestra respuesta a este amor será un confiado abandono en las manos de Dios, una búsqueda gozosa de su voluntad, un corazón totalmente donado a él y a los jóvenes, especialmente a los más pobres y más abandonados. La fiesta de San Leonardo Murialdo se celebra el 18 de mayo.
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