En el año 1947, llega a Santiago de Chile una congregación desconocida para la mayoría de las personas, pero con muchas ganas de aportar un granito de arena a la comunidad.
La llegada de la congregación a Santiago no paso inadvertida para el obispo de la zona, Monseñor Rafael Larraín, quien al saber de la llegada de esta nueva familia, en 1948 comienza con las gestiones para expandir los frutos que estaba dando por todo el país. Este se pone en contacto con el párroco de Requínoa Alberto Rey, para llevar la congregación a esa parroquia.
Después de haber hecho todos los contactos pertinentes el día 30 de enero de 1949 comienza la obra murialdina en Requínoa. En este día el padre Octavio Colle, en presencia del Obispo, asume la Parroquia San José.
En 1950, gracias a la donación de terreno y al apoyo económico de benefactores, la congregación dio un paso muy importante para el desarrollo de la comuna; se construyeron las instalaciones para que el colegio funcionara como seminario menor, impartiendo educación primaria a los niños de la comuna. Transcurrido el tiempo, en 1957 se da paso a la construcción de la Enseñanza Media o Secundaria, (antes llamado Humanidades), con dos cursos que luego en 1961 se ampliaron a tres cursos Científico- humanista.
De ahí en adelante el colegio se ha transformado en un apoyo al desarrollo de la comuna, ya que muchas generaciones han pasado por las salas de clases. En 1994, gracias a una importante inversión realizada por la congregación el liceo adopta la modalidad de Técnico - Profesional, impartiendo las carreras de Secretariado Computacional y desde el año 2008 cambia a la especialidad de Contabilidad; y de Electrónica Industrial, que se suma a la de Científico - Humanista. Esto quiere decir, que ahora, además, de entregar a la comunidad excelentes personas, con una sólida educación cristiana y valórica, le entregara profesionales que sirvan a su comuna. Todo esto dejaría a la vanguardia a nuestro Liceo, en tecnología e infraestructura; pero también a la vanguardia en la educación, siguiendo con una sólida enseñanza religiosa basada en el amor al Prójimo y a Dios. Pero lo más importante siempre como una gran familia, la familia Murialdina.
A la llegada de los españoles, Requínoa era un pequeño caserío indígena. Recibió su título de villa el 26 de noviembre de 1898.
Yace a los pies de la cordillera, a 100 km. al sur de Santiago. El origen de su nombre significa lugar de quínoa, una gramínea que constituía la base de la alimentación indígena, y la otra, menos halagadora, le asigna el significado en lengua quechua de “pueblo de mezquinos” porque sus habitantes no pagaban los impuestos al Inca. Desde entonces, Requínoa se ha desarrollado como una próspera comuna rural y sus fértiles valles producen principalmente manzanas, peras, duraznos, uvas, y ciruelas; también remolacha, maíz, frijoles, tabaco, trigo, papas y sandias.
Los habitantes manifiestan un ejemplar espíritu cívico y organizado en distintos organismos y clubes; hombres, mujeres y jóvenes colaboran en el desarrollo integral de esta hermosa comuna.
Requínoa limita al norte el canal de Río Seco desde las Puntilla nororiente del cerro las Petacas hasta el río Cachapoal desde el canal del río Seco hasta el canal alimentador del Embalse El Sauzal. Al este desde el Río Cachapoal hasta las líneas de cumbres que limita por el oriente de la Hoya del Río Claro de Cauquenes. Al sur la línea de cumbre, desde el Cerro los Helados hasta la Puntilla poniente del Cerro el Aplastado, sobre el estero Pichiguao , pasando por los cerros Alto del Capilio, Portezuelo, la Tres Comadres, Maravilla, Paragua, Camiana y el Aplastado. Al oeste la línea de cumbre , desde el Cerro Coínco hasta la puntilla nororiente del Cerro las Petacas, sobre el Canal del Río Seco , pasando por los Cerros Copequén, Blanco, Negro y las Petacas.
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